lunes, 1 de noviembre de 2010

La traquita fue la causa [Enrique Martín Braun]

He aquí la palabra que nadie quiere pronunciar: traquita, una roca volcánica de color claro y tacto áspero. Y así, desde 1993. Bajo un tupido velo de irregularidades (es una expresión menos dura), han rechazado una formidable obra artística que pudo ser (hoy se ignora si algún día se hará realidad), afectando a unos canarios que viven en una isla que la historia la ha definido desafortunada en numerosas ocasiones. En la actualidad, aquellos compatriotas desconocen de quién es su territorio. La mayor parte de éste pertenece a gente foránea. Con estilo críptico, únicamente inteligible para unos pocos, marchaba el denominado caso Tebeto, la montaña contigua a la de Tindaya. Los que, como nosotros, ignoran los intríngulis del espinoso asunto, debemos tirar del hilo para remontarnos al año 1993 y tratar de entender qué demonios ha sucedido. Por entonces, el senador majorero Miguel Cabrera tuvo una feliz iniciativa: la de traer a Fuerteventura al descollante artista, hoy desaparecido, Eduardo Chillida, y al ingeniero de Caminos, Fernández Ordóñez. ¿Motivo?: estudiar la posibilidad de acometer el vaciado de la montaña de Tindaya, alumbrando una monumental obra de arte. Nos reafirmamos en lo que escribimos aquí mismo un año después: "Siempre hemos sido partidarios de la iniciación y terminación de este espectacular proyecto porque, entendemos, es bueno para los majoreros, en particular, y para los canarios, en general". Bien. El Gobierno de Canarias firma un contrato por cuatro años con una empresa para la extracción de piedra de traquita en Tebeto, que se encuentra en el área protegida de Tindaya. Concluido este tiempo, si no se hubiese procedido al comienzo del proyecto Chillida, la citada empresa, Canteras Cabo Verde, se quedaría con la cantera, con los 1.900 millones que pagó por su explotación, y con un aval que nadie sabe quién cobró (el banco afirmó que fue la empresa la que lo retiró). Se producen una serie de "protestas verdes" y todo aquello se paraliza. ¿Por qué este jaleo? La traquita es un material más caro que el mármol y, curiosamente, Canarias está salpicada de edificios públicos recubiertos por esta preciosidad de roca volcánica. La Montaña de Tindaya era sagrada para los majos; continúa siéndolo para los actuales majoreros; en su cima existen 217 podomorfos y anotaciones con simbología cósmica. Chillida hubiera respetado todo esto. Los sucesivos Gobiernos canarios han maltratado a Fuerteventura con una ristra de promesas que propalaban a los cuatro vientos, comprometiéndose a que el proyecto Chillida saldría adelante.

Han pasado 17 años y lo que ha salido adelante es la sentencia del Tribunal Supremo sobre la explotación minera en el denominado caso Tebeto. Desde Jerónimo Saavedra, quien, como presidente del Ejecutivo canario, tomó la decisión, junto a Paquita Luengo, secretaria general técnica, de declarar caducado el expediente que la familia Bittini poseía, pasando por Manuel Hermoso, quien canceló el citado expediente, para más adelante adjudicar de nuevo la concesión a Canteras Cabo Verde los derechos de explotación por parte de los hermanos Soria, cumpliendo éstos una sentencia del TSJC, sumando también la pasividad del Gobierno de Canarias, se ha aterrizado la pasada semana en la pista de las buenas noticias que benefician a esta Comunidad Autónoma. El Tribunal Supremo ha estimado el recurso de casación presentado por este Gobierno contra el fallo que le condenaba a resarcir a Bittini con 103 millones de euros. Lo cierto es que varios departamentos de la Administración han estado y están implicados en esta auténtica trama, que ha sido resuelta gracias a los buenos oficios del presidente Rivero. Paulino Rivero afirmó en el Parlamento regional que iba a utilizar todos los medios, "por tierra, mar y aire", para que la Comunidad no desembolsara tamaña cantidad, cantidad que hubiese dañado, seriamente, al erario. Y el Supremo le ha dado la razón, lo que conlleva una sincera felicitación al presidente canario por resolver una situación harta compleja, llena de entresijos y de maledicencias que venían salpicando, incluso, a quienes nada tenían que ver con el importante mochuelo. Ímprobo trabajo el desarrollado por el magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, Francisco José Gómez Cáceres, quien, sin embargo, según el fallo unánime de todos los magistrados del Supremo que deliberaron sobre este caso dictado por Segundo Menéndez, erró en su planteamiento. Aunque todo apunta a que se ha llegado al fin, quedan en el horizonte el Constitucional y Estrasburgo. Esperemos.